En los inicios del siglo XX, la necesidad de establecer un servicio telefónico entre las costas este y oeste de los Estados Unidos impulsó la investigación de dispositivos capaces de amplificar, controlar y detectar señales eléctricas.
En los inicios del siglo XX, la necesidad de establecer un servicio telefónico entre las costas este y oeste de los Estados Unidos impulsó la investigación de dispositivos capaces de amplificar, controlar y detectar señales eléctricas.
En los inicios del siglo XX, la necesidad de establecer un servicio telefónico entre las costas este y oeste de los Estados Unidos impulsó la investigación de dispositivos capaces de amplificar, controlar y detectar señales eléctricas.
El primer paso en esta dirección fue la invención en 1904 de la válvula de vacío o termoiónica por John. A. Fleming
(1849-1945), y posteriormente, en 1906, del triodo de vacío o audión por Lee De Forest (1873-1961), el primer dispositivo capaz de amplificar una señal electrónica. Las válvulas de vacío revolucionaron las comunicaciones de telefonía y radio y los incipientes sistemas de computación en la primera mitad del s. XX.
El primer paso en esta dirección fue la invención en 1904 de la válvula de vacío o termoiónica por John. A. Fleming
(1849-1945), y posteriormente, en 1906, del triodo de vacío o audión por Lee De Forest (1873-1961), el primer dispositivo capaz de amplificar una señal electrónica. Las válvulas de vacío revolucionaron las comunicaciones de telefonía y radio y los incipientes sistemas de computación en la primera mitad del s. XX.
Sin embargo, tenían importantes limitaciones (gran tamaño y fragilidad, durabilidad limitada, elevado consumo de energía y disipación de calor) por lo que se empezaron a buscar alternativas, que finalmente se concretaron en los materiales semiconductores, como el silicio o el germanio. Se abría paso así a la electrónica de estado sólido.
Si bien algunas propiedades de los semiconductores relacionadas con la conducción de la corriente eléctrica eran ya conocidas por la comunidad científica desde el s. XIX, no fue hasta la década de 1930 cuando los avances en física atómica y cuántica, así como la observación experimental de interesantes fenómenos en uniones de metales y semiconductores, impulsaron definitivamente la investigación en estos materiales.
Terminada la segunda guerra mundial, en los laboratorios Bell (EE.UU.) el brillante William Shockley (1910-1989) se rodeó de un equipo de físicos y químicos que incluía a John Bardeen (1908-1991), especialista teórico en física de semiconductores, y a Walter Brattain (1902-1987), un gran científico experimental. Sus trabajos llevaron a la invención, en 1947, del transistor, el primer interruptor de estado sólido, que además amplificaba señales analógicas y fue considerado como “probablemente el invento más importante del siglo XX”.
Desde entonces, los sistemas electrónicos se diseñaron aprovechando las características específicas de los semiconductores, especialmente su fiabilidad, rapidez, bajo coste y consumo. La popularización de las radios basadas en transistores, y el desarrollo de los servicios de telefonía propiciaron un gran cambio social a través de la música y las telecomunicaciones a partir de los años 50. Paralelamente surgió una nueva industria de la electrónica y la producción de los circuitos integrados alrededor de lo que hoy conocemos como Silicon Valley, en California.
Desde los años 60 del siglo XX, microprocesadores más pequeños que un sello de correos reemplazaron definitivamente a los circuitos basados en transistores aislados o en las obsoletas válvulas de vacío.
Se inició así una carrera tecnológica por miniaturizar los transistores que nos ha llevado hoy en día a la era del microchip y de la sociedad de la información.
Desde los años 60 del siglo XX, microprocesadores más pequeños que un sello de correos reemplazaron definitivamente a los circuitos basados en transistores aislados o en las obsoletas válvulas de vacío.
Se inició así una carrera tecnológica por miniaturizar los transistores que nos ha llevado hoy en día a la era del microchip y de la sociedad de la información.